La edición de 2013, la de las bodas de oro como fiesta itinerante, se celebró en su marco natural, en Olite; el mismo sitio en donde nació esta fiesta, siglos atrás, de la mano de los Teobaldos, y el mismo sitio en el que, por obra y gracia de Ignacio Baleztena, nació en 1964 la recreación itinerante de esta fiesta, y a donde volvía cincuenta ediciones después, en esta ocasión a su iglesia de San Pedro, un marco incomparable que hizo vibrar a todos. Allí quedaban, entre aquellos muros seculares, las palabras que el Rey de Armas dirigió al niño que acababa de ser coronado rey, Pablo Mañú Oneca, dirigidas por extensión a todos los niños de Olite:
“Es nuestro deseo que tú, que tus compañeros, que las nuevas generaciones que vienen empujando… mantengáis encendida la llama, mantengáis vivo el recuerdo y la memoria, de aquellos antepasados nuestros que hicieron de valores como la libertad, la fidelidad, el valor, y la constancia…, su bandera. Nunca olvidéis vuestra historia; preocupaos de conocerla, la de Navarra, y la propia de Olite, que es más rica y más importante de lo que creéis. No olvidéis que esta tierra que pisáis, que estas casas que habitáis, que estas calles, que este castillo de Olite, que este mismo templo de San Pedro, como el de Santa María… han tenido una historia y una cultura que debemos conocer, respetar, y hacer nuestra. Y es, además, tened la certeza de ello, una historia de la que globalmente nos podemos sentir muy orgullosos. No en vano la han forjado cuantas generaciones nos han precedido. Desde el Muthiko Alaiak es nuestra intención que esto que acabamos de vivir aquí en este templo, sirva para que os detengáis un momento y os miréis en el espejo de vuestra historia; para que os sintáis orgullosos de ser descendientes de quienes han mantenido con vida estas casas y estas calles; para que os comprometáis con vuestro pasado, con vuestro presente, y con vuestro futuro. ¡Qué Olite merece la pena! ¡de verdad!”.