A su vez, dentro de esa etapa que se inició en 1964 cabe destacar algunas ediciones que han hecho historia. Así pues, en el año 1968, la ciudad de Sangüesa marca una nueva etapa; lo que hasta entonces, los cuatro años anteriores, había sido una ceremonia sencilla y breve, este año va mucho más allá. Por vez primera vemos en esta fiesta a numerosos personajes, inexistentes hasta la fecha (clero, nobles, rey de armas…), que nos permiten aproximarnos mucho más a la realidad de lo que siglos atrás fue esta ceremonia. Sangüesa marcó ese año un estilo que, con ligeras variaciones, es el que hoy perdura y el que más se asemeja a la ceremonia de 1390 que aquí se recrea.
Digno de mención en ese año fue el discurso del Rey de Armas, quien con sus palabras hizo que vecinos y vecinas de esa ciudad se metiesen aún más en el papel; dijo así:
“En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Sea manifiesto a todos los presentes, y a los que son por venir cuando vean, oigan y lean esta carta, que el día de la Epifanía de 1512 del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. El muy excelente y poderoso Príncipe Enrique de Labrit, Príncipe de Viana, hijo de los reyes de Navarra don Juan y doña Catalina, mandó convocar y venir a la coronación del ‘Rey de la Faba’ a los prelados, ricos-hombres, infanzones y caballeros, hombres de las ciudades y de las buenas villas, a todo el pueblo, y en especial al de Sangüesa, al que tiene amor por ser el lugar de su nacimiento. Que fue nombrado ‘Rey de la Faba’ un hijo del pueblo, al que ha de coronársele con la solemnidad y dignidad de un rey, como en semejantes casos procede, según está en fuero, con jura, unción y recibimiento de las insignias reales, para que el pueblo de Sangüesa vea de hecho lo que en semejantes casos se acostumbra a hacer en la Catedral de Pamplona. Así lo mando. YO”.
Aquél año de 1968 es también el momento en el que Carlos Catalán, socio del Muthiko Alaiak, dibuja el que desde entonces es el cartel oficial de la fiesta del Rey de la Faba; un cartel que, inicialmente es un dibujo lineal, pero que al menos ya en el año 1970 lo vemos policromado exactamente tal y como hoy se mantiene.
El niño coronado ese año en la iglesia de San Francisco, en Sangüesa, fue José Vicente Los Arcos. Finalizada la ceremonia se aprovechó el regreso de la comitiva real para descubrir una lápida en la calle Mayor en recuerdo de Enrique II de Albret, en su casa natal.